sábado, 22 de octubre de 2011

Felicidad mediterránea (sólo disponible en sábado)

La una del mediodía. Acabo de aporrear las teclas, doy a publicar. Me lanzo ciudad abajo oteando el cielo: parece que sale el sol. Todos llegamos más o menos puntuales, más o menos contentos, más o menos estresados, más o menos en las dudas treintañeras.
Cuando nos juntamos los cuatro, Dartagnan y Las Mosqueteras, nos lo pasamos bien. Muy bien, diría yo. Tanto que lo que iba a ser un breve vermut acaba a las cuatro y media de la tarde con nuestros culos bien amarrados a las sillas de la Bodega Quimet de Gràcia, con la cerveza justa en el hígado y deliciosos platillos luchando por hacerse un hueco en nuestro estómago.
Conseguimos despegarnos de este sitio tan adictivo, no sin cierto esfuerzo, y salimos a la calle. El otoño nos regala un sol tibio y limpio que nos abraza la piel, el muy meloso. Risas y más risas. Promesas de viajes (qué peligro).
De vuelta a casa, el sol va desapareciendo. Desaparezco yo también. En la cama. Retozar, dormir, retozar. Y levantarse ya de noche para coger ese libro que hace días me mira con reproche por lo olvidado que lo tengo. Vamos a mimarlo un poco. Buenas noches.

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