Compras y cumples

Día consumista desde Callao hasta Orense pasando por Malasaña. El Corte Inglés está en la ruta: sólo entro en ese templo de la naftalina y los cardados con brillantina cuando estoy en Madrid y acompaño a uno de mis primos. Es como una suerte de experiencia madrileña de alto voltaje a compensar con un rato largo en una cervecería de esas con camareros simpáticos que te llaman bonita y te invitan a la segunda caña. Y que, aprovechando que dices que eres catalana, te dicen que el Barça está entrando una época oscura.

- Eso parece. Sí. Pero la la época oscura es general. También en política.
- Claro. Y de eso los catalanes sabéis mucho.
- ...
- Con todo el rollo de la independencia. Más lío.
- Es una cortina de humo. Tapa la corrupción.

El camarero se da la vuelta mientras murmura que algo de eso hay en Madrid, también. Me mira.

- Pero bueno, aquí hasta que no haya una revolución todo seguirá igual. Estamos muy acomodados.

Y atiende a un señor con sombrero de ala ancha que pide un café con leche. En las pantallas televisivas Chávez muere una y otra vez, en bucle aderezado con discursos estúpidos y planos de unas personas que se autodenominan comentaristas, llevan mucho maquillaje y se sientan un un sofá de color burdeos.

Y yo observo mis bolsas llenas de regalos y caprichos que forman parte del sistema que sostiene la mierda y los cadáveres en el armario.

Como Chávez. Como el fútbol. Como la televisión. Como el café en vaso.


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Momento musical, muy naïf y muy al pelo. Se lo dedico a Alicia que hoy entra en el último de los 20. Cumpleaños Feliz de Parchís