domingo, 6 de noviembre de 2011

Perlas periodísticas. Hoy: Las inundaciones de los pobres tailandeses pobres

He pasado varios meses de mi vida en el sudeste asiático y sigo con interés las escasas noticias sobre la zona que publican nuestros medios patrios. Ahora el foco está en Bangkok que se está inundando (como el resto del país).

Hoy leo en El Mundo la siguiente noticia. Ojo al dato, señores, inexistente en esta crónica.

Titular: Que se ahoguen los pobres

Bueno. Aceptamos este barco como animal acuático. Aunque el lema "Que se mueran los feos" me parece mejor. Los muy sensibles no tenemos por qué soportar la fealdad. Qué duele, coño.

Destacados:

•    La gran inundación de Tailandia recuerda al hundimiento del 'Titanic'
•    Los pasajeros de tercera clase son siempre los últimos en ser rescatados
•    El agua no llega a las casas de los ministros ni a los palacios reales

Olé. A golpe de metáfora con fórceps acabo de visualizar a Bangkok como un inmenso trasatlántico de casi 10 millones de personas. Una parte de ellas hacinadas en cuchitriles con camas de madera y el resto, viviendo a todo trapo y bailando bajo arañas de cristal de bohemia. Luego, entro en razón y a aparte del agua, no veo la conexión entre el famoso barco y la capital tailandesa. Atención también al “recuerda”, cuyo sujeto no es otro que el periodista. Ay.

Seguimos.

“Operarios del Gobierno trabajaban el otro día contrarreloj para levantar barricadas alrededor de unos de los canales de la avenida de Petchburi, en el centro de Bangkok. Cuando pregunté a uno de los curiosos que observaban si se temía un desbordamiento, me miró extrañado. "¿Aquí?", dijo, sin apenas levantar la mirada. "No, un ministro vive cerca".”

El otro día. Un día cualquiera, sin fecha. Ni hora. Un día limbo en el que el sujeto sigue siendo el periodista que, casualmente, pasaba por el lugar de los hechos. Hechos que se resumen a unos operarios colocando un dique de contención cerca de casa de un ministro. Cuya casa nunca se inundará, como ya sabía el periodista de antemano, que por eso preguntó, caray.

"En Tailandia, las casas de los ministros no se inundan. Ni los palacios de la realeza. Ni las mansiones de las familias que tradicionalmente han controlado la economía del país. Tampoco las residencias de los embajadores, reforzadas por orden del Ministerio de Asuntos Exteriores a pesar de que muchos de sus inquilinos llevan días refugiados en hoteles de cinco estrellas y resorts de la costa."

¿Lo ven? No se inundan, ya se lo decía  yo. Tampoco los palacios de la realeza. Ni las mansiones. Ni las residencias de los embajadores. No sabemos quiénes son todas estas personas pero sí podemos afirmar, y esto es lo único que cuenta, que sus casas no se inundan. Y que sus inquilinos están refugiados en hoteles de lujo en la costa. Del nombre de los hoteles, de los refugiados, de la población costera ni rastro oigan. La pincelada de ricos a la carrera debería ser suficiente para crear en el angustiado lector la impresión de que todos estos entes sin identidad son malos malísimos de la muerte.

"Las peores inundaciones en cinco décadas han puesto de nuevo en evidencia la profunda división de una sociedad con fuerte arraigo clasista. Familias de la élite han huido, en algunos casos dejando a empleadas domésticas a cargo de la protección de sus viviendas. Influyentes terratenientes han logrado desviar o retrasar la anegación de sus propiedades, forzando al Gobierno a inundar zonas "menos importantes"."

Aparecen más personajes sin nombre. Familias de la élite, qué élite va ser, no me pregunten la élite es siempre la élite y sanseacabó. En algunos casos, qué casos van a ser, los de siempre, ya saben. Influyentes terratenientes, que no puedo mentar pero ustedes ya saben quiénes son. Y la guinda “menos importantes”. Cita atribuida a la mente del periodista que por lo menos tiene la decencia de no autocitarse, aunque guiñe entrecomillando su pensamiento. Alabado sea.

"El rey Bhumibol Adulyadej, que desde hace dos años se encuentra ingresado en un hospital, ha pedido que cejen los esfuerzos por proteger el Gran Palacio de Bangkok, en el que ni siquiera vive. "Quiere que nos esforcemos en ayudar a la gente", decía el general Prayuth Chanocha, transmitiendo un mensaje que los escépticos no terminan de creerse."

¡Cojonundo! Un nombre. Dos nombres. Yeah. Si los escépticos tuvieran nombre habríamos logrado la cuadratura del círculo.

"La recomendación debió de ser malentendida, porque, mientras cientos de soldados, policías y trabajadores reforzaban la seguridad en el palacio, en el distrito de Sasi Mai los damnificados se quejaban de la falta de asistencia. "Hemos tenido que ir nosotros mismos a por agua, remando encima de esto", decía un comerciante de la zona señalando su improvisado bote, construido con viejos neumáticos y maderas."

Ajá. La recomendación fue malentendida. El rey quiso decir en realidad y esto lo ha deducido el periodista, que los soldados, policías y trabajadores fueran al distrito de Sasi Mai a asistir a los damnificados. Se entiende que por las inundaciones aunque quizás pueda ser por una plaga de langostas. Ustedes imaginen libremente, que alimenta el alma.

"El 'corazón' del país

Militares, políticos y miembros de la realeza han competido por mostrar su solidaridad, al menos frente a las cámaras de televisión. Es una rivalidad que resumía en una viñeta uno de los humoristas del diario local 'The Bangkok Post': la primera ministra, Yingluck Shinawatra, defiende de los damnificados una montaña de donaciones. "Un momento", dice ante la impaciencia de los refugiados. "Todavía falta por estampar el nombre de algunos ministros"."

Nota de color local. Color periodístico. Vale.

"Bangkok ha vivido tres grandes inundaciones en el último siglo, pero habría sufrido varias más sin la política que todos los años desvía el agua de ríos y presas a provincias de los alrededores en un intento de preservar la capital, donde se concentra la élite que tradicionalmente ha acumulado la riqueza y el poder. Chawalit Chantararat, uno de los expertos en gestión del agua del país, explica así esa estrategia: "Tenemos que permitir que los dedos, las piernas y los brazos sufran algo de daño por el bien de la economía del país, que tiene su corazón en Bangkok"."

Otro nombre. Redoblan los tambores. Lástima que el señor no tenga cargo alguno aparte del ser uno de los expertos en gestión del agua del país, que tanto vale para un roto como para un descosido.

"La disposición de los tailandeses a sacrificarse por la Ciudad Grande, que concentra el 40% de la economía nacional, ha sido puesta a prueba como nunca ahora que las aguas han llegado a la capital. La insistencia del Gobierno en salvar el centro financiero y residencial a costa de los barrios periféricos, levantando muros y diques de protección, ha provocado las primeras revueltas.

Vecinos cuyas viviendas han quedado en el lado inundado han dicho basta, rompiendo con sus manos las defensas y lanzando una idea ciertamente revolucionaria: ¿no podrían los más pudientes habitantes de la capital compartir el sacrificio, por una vez?"

Ciertamente, es una idea revolucionaria. Isn’it?

"'Chanel contra Burberry'

El resultado está siendo la llegada lenta e imparable del agua a zonas que previamente se consideraban seguras, en parte por la rotura de los muros de protección. La primera ministra, Yingluck Shinawatra, elegida el pasado mes de julio en base a un mensaje populista y favorable a terminar con los privilegios de la minoría, pedía en un mensaje radiofónico el fin de los sabotajes por "el bien de toda la nación"."

Elipsis. Los muros de contención se han roto. ¿Recuerdan aquellos vecinos de ideas ciertamente revolucionarias? Sí, hagan un esfuerzo. Están a un párrafo de distancia, ni más ni menos. Y si no lo captan, allá ustedes. Lean mejor. Atención también al modo de funcionar de la democracia tailandesa: ahí nadie gobierna en base a los resultados de unas elecciones, sino en base a un mensaje populista y favorable a terminar con los privilegios de la minoría, sea étnica, financiera o sexual, que esto tampoco es tan importante.

"Su llamada a la solidaridad general habría tenido más credibilidad si no hubiera visitado una de las zonas afectadas protegiéndose del agua con unas botas de la lujosa marca Burberry. "Chanel contra Burberry", titulaba un medio local en referencia a la esposa de uno de los líderes de la oposición, que también ha paseado su solidaridad vistiendo a la última."

Desde luego. Todos conocemos de la relación directa que hay entre la solidaridad y Burberry. Burberry: no solidario. Solidario: no Burberry. De la dama de Chanel el ínclito periodista sólo nos cuenta que viste a la última y es esposa de un líder de la oposición. Para qué más, si importa un pimiento. Suponemos también que el periodista habrá preguntado directamente a Shinawarta si las botas de Burberry que llevaba eran auténticas. Este es un dato que en un país tan dado a la copia como Tailandia me habría entretenido.

"Las inundaciones han reforzado la percepción general de que la élite política y económica del país vive de espaldas a la realidad de la mayoría. La noción de que, mientras el país se hunde como un 'Titanic', los botes salvavidas han sido reservados para los pasajeros de primera clase."

Coda. Hay una percepción general reforzada y una realidad. Y ¡tachán! Una noción que nos lleva, en bucle, al Titanic.

1 comentario:

Germán Sierra dijo...

Era Bangkok, y sin embargo llovía...