sábado, 12 de noviembre de 2011

Con nocturnidad y alevosía

La querida Barcelona está plagada de atracadores de medio pelo. Ayer mismo, a eso de las 11 de la noche, en el cruce de Rosellón con Roger de Llùria un par de niñatos colocaron en la nuca de servidora un algo punzante que no acerté a ver. Me agarraron los brazos y soltaron la brillante frase de "dame todo lo que lleves". Apenas 20 euros en la cartera y una tarjeta de crédito desactivada que ni me dejaron sacar y un móvil de hace 5 años. Sólo se llevaron el móvil, corriendo como imbéciles calla abajo mientras yo les gritaba "¡pringaos, vaya mierda de móvil os habéis llevado, gilipollas!"

En estas estaba cuando aparecen de la nada un tipo y una tipa, saliendo de un portal. Con cara de retoños de barcelonés airado, aquel que se caga en los pantalones nada més ver a alguién mear en una esquina y no para  rusmar mientras conduce su moto. Pues bien, me sueltan tan panchos: "Lo estábamos viendo todo, y estábamos flipando." ¿Perdona? Eso es lo que se llama omisión del deber de socorro, que yo sepa, además de una canallada como un piano. Una muestra más de la catadura moral de nuestra querida ciudad.

Nota: en el último mes he tenido noticia de cuatro atracos a amigos y conocidos. No os digo más.

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Momento musical. Sous le ciel de Paris, de la grande Edith Piaf.


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