domingo, 24 de febrero de 2013

Un sábado que mola mazo

Ayer fue un día muy 90's, década que se alargó hasta la madrugada en una de esas noches en las que una está especialmente atenta y encuentra un denominador común a todo lo que sucede.

Y el denominador fue la década en la que los treintañeros descubrimos los tejanos rotos y las camisas de cuadros, el grunge y el britpot, los besos y el sexo, la literatura y el arte, el alcohol y las drogas, las motos y los coches, las Doc Martens y las Converse, las tardes en el parque con los amigos y las noches en conciertos en discotecas.

- Me levanté y me calzé mis Martens ocre que llevan protegiendo mis pies desde el 95 y que combiné sabiamente con un jersey de ese color de punto gordo, mini negra y medias tupidas.
- Guay, mogollón, está chulo, mola mazo, genial, vacila a saco. Léxico de adolescente noventera de cole bien que suelo utilizar a menudo, como me indicaron ayer.
- Salí de tiendas y vi camisetas con fotos de Jonnhy Deep y Vanessa Paradis,  de Lenny Kravitz de cuando las rastas, del Nevermind de Nirvana e incluso de Green Day. También pantalones de pitillo desteñidos, camisetas denim y zapatos tipo boogie. Una estética que me conozco de memoria y de la que puedo encontrar reliquias si hurgo en el fondo de mis armarios.
- Me acerqué a la Bodega del Poblet a ver el fútbol y me encontré con Mario detrás de la barra. Conversamos como cuando en los 90's regentaba el Snoopy de la calle Provenza.
- Uní mis pasos a la de unos parroquianos habituales, que iban disfrazados de Mia Wallace y Vincent Vega y acabamos en el concierto que The Primitives daba en Vilapicina. Sonido a caballo entre el rock de toda la vida, el petardeo punk y la melodía brit que me llevó a la adolescencia.

Os los dejo a modo de momento musical. Really Stupid, The Primitives. Y ya me diréis si habéis o no habéis bailado estos sonidos.


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