sábado, 26 de julio de 2008

Se acerca Agosto, Barcelona se vacía. La gata no pisa el sol, y se esconde debajo del abeto. Ayer, durante el tiempo de la siesta, se secó el vestido para la fiesta de la noche. Como cada verano (ahora aprovecharé para hacer lo que no puedo durante el año, etc, etc,) se me pasan los días y llegaré a septiembre con tareas acumuladas. 
Los guiris se han adueñado del barrio. Definitivamente. Hacen cola estoicamente para coger el Bus Turístic, vaso Starbucks de color indefinido en mano. Se abrazan a las palmeras del parque y se fotografían como si entre sus manos tuvieran una piña gigante. Siguen comiendo las dudosas paellas (por decir algo) Paellador, llevando uniforme (beige y blanco los mayores, vestidos y camisas de flores los jóvenes, gorras todos) y hablando con los pakis de las tiendas de souvenirs en una ristra de idiomas. Son muchos, y ahora también van en bicicleta y en una suerte de triciclo motorizado ofertado por el excelentísimo ayuntamiento. 
Yo sigo con mis granizados de la Jijonenca, el vermut de la Bodega y los croissants del Turró, oasis todos en medio del turista universal. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola...

...y si por una de esas casualidades se sientan a comer una paella como dios manda en un lugar adecuado, para beber te piden té con leche para luego maldecir el sabor resultante de la bizarra mezcla...

Pero tienes razón, todavía nos quedan espacios donde ellos no acceden.

Un saludo.