viernes, 18 de julio de 2008

IKEA

Ikea. Considerado un paraíso por unos, y el mismísimo infierno por otros. Una vez dentro, sólo los muy inciados pueden acceder rápido al objeto deseado y salen sin la necesidad de pasar por el resto de secciones, y sin aumentar el grueso de su factura.
Lo más curioso: algunas familias tienen a este gigante almacén por un centro lúdico con todo lo necesario. Vamos por un bambú, aparcamos al niño, a la abuela y al perro, y de paso, comemos por cuatro chavos.
Lo peor: el chinriguito en cuestión nos hace creer que tenemos más poder adquisitivo que el que en realidad tenemos. No por comprar un tiesto a cuatro euros eres rico.

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