Modo estival

Ha llegado la caloreta y con ella los días largos y las noches más largas aún. Terrazas, esas sirenas tentadoras que te atrapan y te atrapan y te atrapan hasta quién sabe qué hora de la madruga. Conciertos, esas manifestaciones musicales que entran en vena, directas al bombeo cardíaco. Aire fresco nocturno, qué bien se está ahora. Aire caliente de día que no deja levantarte de una posición horizontal. Duchas, mar, piscina. Y ricas frutas de temporada. He entrado definitivamente en modo verano. Y bienvenido sea.

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Sobre rescates, la bolsa o la vida y demás noticias económicas que nuestros caros diarios y nuestros ínclitos politicuchos sufren con un paroxismo propio de quién va hasta el culo de MDMA.

Habrá un BCE que controlará los bancos europeos. Algunos caerán por el camino. Lo siento, chatos, se os ha acabado el politiqueo. Dedicaros a plantar tomateras en vuestras terrazas cuándo dejéis ministerios y secretarías de estado. Los ciudadanos os lo vamos a agradecer. Y, mira, si me levanto positiva es posible que incluso os compre uno de vuestros tomates.

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Vuelve el Off Menú. Coincide con el festival de música más archifamoso de nuestra querida Barcino. Gemma me invita al Ball del Vermut. Iremos.

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Precioso. Intenso. Fino. Envolvente. Suave. Directos. Geniales los Standstill y la Bonaparte Ensemble que despidieron gira ayer en el Auditori. Eso sí, el público compuesto por seres en la trentena, ni demasiado ni demasiado clásicos. O sea. Como servidora.

Hoy vuelve la banda en versión nude, sin orquesta y en el mismo espacio. Y mañana, para petarlo, estarán en el Apolo. Os dejo un tastet.