domingo, 7 de noviembre de 2010

Gatovoladora

Los gatos tienen siete vidas. Siete por las veces que son capaces estos salvajes y arrumaqueros animalitos de descoyunturar su columna vertebral cuando caen desde las alturas.

Así:







En el caso de mi gata, dos pisos.

Los dueños de los felinos somos gente sufrida, dividida entre permitir el libre curso de su naturaleza independiente, curiosa e hijoputesca o castrar los instintos y convertirlos en un puro mueble decorativo, muy a juego con la mantita del sofá y los cojines de Ikea.

Si se opta por lo primero, el gato siempre querrá más y logrará con sus habilidades funambulistas sortear todas los impedimentos para que se escape hasta la terraza del vecino. Hasta que un día ( más bien una noche), plof. A la calle. Dos pisos abajo y la gata desaparecida. Sólo un tenue maullido lastimero indica su localización, amén de dar fe que en terreno desconocido la valentía desaparece.

Una vez recuperado el control, de nuevo en casa, lo primero que hace es popó y pedir un cuenco lleno de comida...

1 comentario:

Desorden Creativo dijo...

"síndrome del gato paracaidista" mal asunto...